Friki, ¡Tú sí que vales!


Aviso para los frikis de España y del mundo entero. Volvéis a tener un espacio en televisión donde ser reconocimos como os merecéis. Ya no es necesario a que Javier Cárdenas vuelva a picar a vuestra puerta (más que nada porque si alguno lo esperaba hay que recordarle que Crónicas Marcianas acabó hace tiempo). El programa de descubrir talentos de Telecinco ¡Tú sí que vales! ha vuelto, y pisando fuerte.

Es cierto que el programa producido por Gestmusic (y por lo que considero que, supuestamente, está al frente de él bufón de Toni Cruz, es decir, Ángel Lláçer), sirvió para relanzar en su momento la carrera de los Morancos, un tanto olvidada para los más jóvenes espectadores. Y es que para mucho, el suplicio de oír en todo momento el "Omaiiiiiiiiiiiiiitaaaaaaa" ya había quedado en esa parte del cerebro en la que se quedan las cosas que olvidamos. Pero sorprendentemente, en esta nueva oportunidad tomaron otro papel (que quizás, inteligentemente, no supo aprovechar Pablo Carbonell, ya que para mí es un de los mejores y más cínicos humoristas del país) para relanzarse al estrellato y huir de los estereotipos que apulso se había ganado. Pues bien, junto a ellos se encuentran de nuevo Ángel Llàcer y Noemi Galera (cuanto tiempo sin verlos, vamos, desde Operación Triunfo, y que solos los veo sin Risto Mejide, y es que el grupillo que se había formado para entretener durante los primeros momento en los que se cierran los ojos después de cenar era bueno). Y la gran novedad de este año es la incorporación en la mesa de Loles León, es actriz tan pícara y en busca de darle esa morbosidad que le faltaba al programa, es toque caliente de una de las grandes del cine de los 90, de la movida madrileña y de las películas de Almodóvar. Por favor, desde este rincón te pido, ¡Loles, no me falles!.

No quisiera olvidarme de la nueva reportera/entrevistadora del programa que está con Cristian Gálvez (ese chico que junto a Jesús Vázquez monopoliza todos los programa de la cadena con raíces italianas), me refiero a la atractiva y de cuerpo casi perfecto, Anna Simón. Veo que Toni Cruz y, porque no, Paolo Vasile como responsable de la cadena de televisión van aprendiendo de los "amigos" de La Sexta. Aunque tampoco me sorprende ya que fue copresentadora -con Ángela Fuente- de Lo mejores años (RTVE/La 1), presentado por Carlos Sobera y bajo la producción de Gestmusic.

Pero dejando de lado al jurado, del cual a veces son altamente dudosos sus criterios, y a los entrevistadores pasamos a las actuaciones. Edición tras edición he ido descubriendo que se ha creado unos perfiles que en ningún programa de los que se realizan fallan. Así pues, encontramos a cantaores, bailaores y bailaoras de flamencos; grupos de música; bailarines de break dance y funky, y algún que otro personaje con su animal de compañía pensando que el bicho va a hacer lo mismo que hace en su hogar, vamos como el perro Pancho de La Primitiva.

Aunque a mí hay un grupo que realmente me tiene robado el corazón. Y son los frikis. Desde mi punto de vista ellos son la auténtica esencia del concurso. Dan el toque de humor y color, capaces de hacer lo más inverosímil y capaces de arrancar una sonrisa, que tan difícil es de ver en estos tiempos que corren. Lo bueno que tienen es que no salen los interesados tipo El Arlequín, Toni Genil o Dantes (que en su momento hicieron gracia pero han llegado a un punto que casi dan pena), sino que son personas anónimas y sin vergüenza aparente dispuestos a ofrecer un buen rato. Por que no decirlo, estamos ante un Semáforo del siglo XXI, aquel mítico programa del que salió Cañita Brava, es entrañable personaje del cual el único que le ha tenido respeto hasta el momento a sido Santiago Segura al darle un papel en Torrente, o incluso Marlene Morreau como copresentadora con Jordi Estadella como conductor, y dirigido por el gran Chicho Ibáñez Serrador.

Por ello, una de las cosas que más me frustró al ver el último programa antes de la final de la próxima semana es que ya no pasan a la emisión tantos como hasta el momento. Y eso se nota, falta algo durante gran parte del programa. Es como si la audiencia esperáramos ese caramelo que sabemos que llegará de un momento a otro y que, al final, aunque sea el más desaborido del mundo es el mejor capricho que la vida te va a brindar.

Viendo el rumbo que está tomando de dejar a fuera la arena del Coliseo Romano, excepto a un par para alegría de los reyes -que son los anónimos televidentes que con sus mandos a distancia se han convertido en algo a cuidar por los productores- propongo un reto o una nueva variante del concurso de talentos dirigido a nuestros frikis. Creo que todos acabaríamos gozando y aventuro que se trataría de un éxito rotundo, siempre y cuando fueran de una cierta calidad y no se acabara contaminando por ciertos cutrefamosos o desamparados que buscan el apoyo social en cualquier sitio haciendo el ridículo por unos pocos euros que no les solucionarán la vida. Así que el que vaya que sea auténtico, de verdad. Y sino, a las muestras me remito del Baile del Tío Pío, que seguro que más de uno y de una bailo el pasado o este verano.

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