¡Basta ya de Aída Nízar!

Aída Nízar. Fuente: eleconomista.es
  • Aída Nízar vuelve a demostrar que la polémica vale su peso en oro en la televisión privada
  •  La discusión acompaña a la ex concursante de Gran Hermano allá donde va
  •  El poder del dinero y de las audiencias hace cosas inexplicables

La polémica Aída Nízar, ese juguete televisivo salido de Gran Hermano, lleva varias semanas haciendo reportajes en Sálvame, dentro del espacio Sálvese quien pueda, de muy dudosa calidad periodística y gusto, ya que todo tiene que ir vinculado para que sea un producto bueno que agrade al espectador en el mundo audiovisual. Además, su entrada vino acompañada de la polémica (sí, a esta chica le acompaña la polémica allá donde va, ya sea porque la genera ella o porque permite que la creen los que están a su alrededor debido a que en cierto modo le beneficia para seguir en el circo televisivo), porque el programa del corazón aludió a la crisis actual para prescindir de Almudena Martínez 'Chiqui', lo que generó un momento prácticamente único en la televisión, con la reportara (otro producto salido de la casa de Guadalix) soltando lágrimas y Jorge Javier Vázquez justificando la decisión que había tomado la dirección del programa.

Varios han sido ya los episodios lamentables protagonizados por dicho sujeto en televisión. El más recordado -y que hizo que se retirara de la televisión durante una buena temporada, permitiendo que muchos descansáramos de ella plácidamente- fue el de Crónicas Marcianas. Posteriormente, presentó en una televisión local un programa que, según ella, era de denuncia social y ya en la isla de Supervivientes el episodio con Rosa Benito hablando sobre Ortega Cano, sin que la cuñada del diestro supiera nada del accidente que tuvo el torero, marcó otro punto de inflexión. Pero lejos de pensar que ya no volvería, reaparece cual Ave Féniz que resurge de sus cenizas, aunque sería preferible que alguien la cazara y la tuviera de mascota en su casa.

Prepotencia, egocentrismo, chulería y soberbia son las marcas de la señora -por llamarle de alguna manera, aunque no se merezca dicho calificativo- Nízar. Incluso hasta el hecho que hable en tercera persona le hace que sea mucho más insoportable de lo que ya es. Es que goza hablando de si mismo y hasta se cree lo que ella mismo dice. Y es triste que hasta sus compañeros de plató reniegen de ella (ya no sé si pensar que el numerito de que los colaboradores de Sálvame no quisieran estar en el mismo lugar si ella aparecía era cierto) o que los reportajes son jocosos, pestilentes, malolientes y un sinfín de adjetivos despectivos. En este siendo, cabe recordar que ya no se emitió el que grabó en Barcelona el Día de Sant Jordi, una fiesta tradicional y muy romántica por la polémica que rodeo y que generó en la ciudad condal. Es más, en su página web llega a decir sobre su incursión en Sálvame, con Sálvese quien pueda: "La emisión de esta sección era muy necesaria y oportuna porque hay una sociedad a la que no se escucha y necesita alzar su voz porque son demasiadas las cosas que chirrían". Si es que me entra la risa floja al llegar a pensar que se puede comparar con el gran trabajo que hace, por ejemplo, Jordi Évole en Salvados.

Aída Nízar ha protagonizado numerosos encuentros desagradables en televisión, pero sigue apareciendo en ella alardeando de gran prepotencia, egocentrismo y soberbia

La lástima es que parece que en el mundo televisivo, y más en las cadenas privadas, todo vale. No basta con que sean personajes polémicos, tan sólo vale el índice de audiencia, ese numero que permite que los programas sigan vivos aunque sean bochornosos. Es el poder del dinero, el poder de la publicidad, el poder de los ingresos, sólo tiene valor eso. Tampoco me llego a explicar como alguien es capaz de irse a dormir tan tranquilo todas las noches sabiendo en su foro interno que por una gran parte de la población es odiada.

De nada sirven los discursos y las discusiones o las defensas en vano, porque aquí el share manda, y si este personaje es de interés por un sector importante o un nicho de audiencia es motivo suficiente. Pero hay que reconocer que la marca Aída Nízar (digo marca consciente de que ella sabe la fuerza que tiene, por ello van apareciendo familiares como su madre o sus hermanos que siguen el mismo patrón que ella) vende, se asocia con la polémica y eso puede ser indicio de éxito. La repercusión sobre el personaje en la entrevista o los minutos televisivos que tiene serán positivos o negativos, pero a final de mes cobrará un sueldo, que será inferior a los ingresos que haga la productora.

La televisión acaba pasando factura a muchas personas, convirtiéndolos en muñecos rotos. Pero Aída parece que sabe reinventarse así misma, llegando incluso a provocar intranquilidad en numerosas personas cuando lleva tiempo sin aparecer en televisión. ¿Será que realmente esto es lo que piden los espectadores? o, por el contrario, ¿los programadores aborregan a los telespectadores? Quiero se optimista y pensar que es lo segundo, por lo que la audiencia aún tenemos muchas cosas que decir a este respecto. Pero mientras sigamos apoyando a este tipo de personajes -no nos engañemos, esto es como los Documentales de La 2, que todo el mundo dice que los ve en las encuestas y luego tiene unos índices de audiencia muy bajos, pero al contrario, todos dicen que la odian pero los programas siguen marcando picos altos- se seguirán alimentando a la incultura.

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